Conoce la historia de El Romeral de Antequera

por Laura Gómez

Todo comenzó…

Desde el inicio de nuestra andadura en la provincia de Málaga con nuestro espacio de eventos, siempre nos hemos remitido a los antiguos propietarios y a lo acontecido en la finca. Por eso, nos hemos percatado de que sería imposible hablar de El Romeral sin apelar a su historia y a las personalidades que han paseado por sus jardines. 

En 1880, un abogado de mediana edad llamado Francisco Romero Robledo (1838– 1906) culminó la construcción de lo que sería su hogar en Antequera. Desde hacía más de diez años, el bautizado como Pollo de Antequera había estado fraguando una sólida carrera política y afianzando amistades dentro de la alta sociedad española de la época. De hecho, se le recordaría como uno de los personajes históricos más ilustres del municipio por su labor política. No en vano, participó en el Gobierno de España de Amadeo I como Ministro de Fomento o en el de Alfonso XII como Ministro de Gobernación. Incluso, durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, como Ministro de Ultramar y Ministro de Gracia y Justicia.  

Francisco Romero Robledo
Francisco Romero Robledo

Un hogar y un lugar de reunión

La vida de Romero Robledo estaba estrechamente ligada a su finca de El Romeral. Allí permanecía largas temporadas durante el año, ocupándose de la administración agrícola sin desatender sus labores públicas. Como consecuencia, no resultaba extraño que el cortijo hiciese las veces de lugar de reunión entre las personalidades más relevantes de la Restauración: ministros, políticos o aristócratas, además de escritores e intelectuales. Incluso, el propio Alfonso XII formó parte de los asiduos invitados. Azorín la describiría así en el periódico El Imparcial en abril de 1905:  

“La casa de El Romeral es vasta, sencilla, campesina, hay en ella una parte moderna, en que habitan los dueños, otra antigua, en que habitan los jornaleros. Una ancha edificación se extiende ante un jardín, detrás de ellas, como solapadas, como ocultas, están las estancias de los labriegos, las cocinas, las cuadras, los tinados, los corrales, los pajares, los abrevaderos, la herrería, el lagar, la almazara. La campiña se pierde llana, suave, verde, en la lejanía, dos cuatro, seis, ocho anchas carreteras van, vienen, tornan, se cruzan, se recruzan a través de olivares y de bancales, diríase que lo que en otra parte son sendas sinuosas, aquí han sido convertidas por arte milagroso en anchas vías. De trecho en trecho, entre la verdura baja y jugosa, asoma un grupo de álamos esbeltos (…)” 

Periódico El Imparcial. Abril 1905 

De Alfonso XII a Cánovas del Castillo

En 1885, el rey Alfonso XII decidió interesarse por las zonas damnificadas por el terrible seísmo que el día de Navidad había afectado a las provincias de Granada, Jaén y Málaga. Había dejado tras de sí miles de fallecidos y numerosos pueblos derruidos. Fue entonces cuando el por entonces Ministro de Gobernación tuvo la oportunidad de convidar al monarca y a su cohorte a hospedarse en su finca. 

Placa conmemorativa de la visita del Rey Alfonso XII
Placa conmemorativa de la visita del Rey Alfonso XII

Por otro lado, con propósitos más estratégicos, Romero Robledo se reunía allí con los políticos de la Restauración para debatir cuestiones de Estado. De hecho, fue uno de los artífices del mecanismo de alternancia de partidos —el turno pacífico— puesto en marcha por el malagueño Antonio Cánovas del Castillo; que fue paradigma de prácticas caciquiles y de falseamiento electoral. 

Recepción ofrecida por Romero Robledo
Recepción ofrecida por Romero Robledo

El fin de una era 

Una vez desaparecidos Cánovas, Sagasta, Silvela y el propio Romero Robledo; parece que se cerrase definitivamente todo un período histórico. En este sentido, El conde de Romanones, Álvaro Figueroa y Torres, diría que con él había muerto no un político sino “el político por antonomasia, hombre que de la política hizo su vida y a ella consagró sin descanso su vida entera”. 

El Conde de Romanones y Romero Robledo, entre otros
El Conde de Romanones y Romero Robledo, entre otros

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